A mi Cello
Mi peana excava en la reminiscencia de un fragmento,
donde los acordes labran aquella melodía
en compañía a vuestros instantes de agonía,
ocultando, mías, las lágrimas que resuenan en bemoles.
El Cello de negro vestía con la amargura latente,
de un exilio inevitable a mis afines.
Y es que, amigo mío, tocaros en el instante
es el reflejo de vuestra voz, mi mayor recuerdo.
Hogar lóbrego, donde inerte sobre la cama descansas
cual última nota que mi corazón alimenta
con el diapasón en lamento a vuestro entorno,
cuando el eco a mis oídos retumba.
Solo al amanecer en soledad oso tocaros,
siempre en esa esquina donde os arrincono,
en la espera de teneros de nuevo entre mis brazos,
y para vuestro Cello primer movimiento interpretaros
en la analogía de aquel triste lamento de vuestra vida inspirada.
Clavel Rojo
© Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados