Si por casualidad encontrara tu rostro
en los vestigios de un pasado sepultado,
sería imposible negar lo que he expuesto,
sería como hacer negación de lo negado.
Por qué tus ojos siempre fueron míos,
y míos tus abrazos y míos tus sollozos,
mía tu ternura, tu cansancio tu frio,
mío tu corazón que me entregaste a trozos.
Mía fue la fortuna de poder amarte
en mi juventud y recuerdos primeros,
mía la desdicha: una vez más hallarte,
saber que nuevamente te irás así, sin peros.
Hoy solo son míos tus recuerdos aquellos,
en las que habré de verme feliz y rebosante:
donde no existía frio, ni soledad, desdeños,
donde yo era el amado y tú, mi fiel amante.
Mas así es el destino, tu camino has trazado,
has marcado la línea que habrá de separarnos,
encontrarás amores: te sentirás amado,
y aquella banca nuestra habrá de recordarnos.
De aquello ya no hay nada, ni soledad ni frio,
todo lo que forjamos aquí sepultaremos
hoy solo soy extraño, si te miro no rio,
y si un día nos miramos… quizás nos ignoremos.