Pido perdón compañeros
pues debo de confesarlo
yo cometí tal agravio
arrebaté la poesía
de los camarines alados
donde la colocaron
Darío, Becquer, Neruda,
Nervo y tantos grandes
para entregarla desnuda
de estilos y de medidas
a las manos anhelantes
de este pueblo que delira
La sustraje de anaqueles
y vitrinas perfumadas
donde en tomos remozados
los eruditos la dejaron
Arrebaté sus laureles
maceré su pulcritud
la embarré en los manteles
en la tabla de un ataúd
Profané su magnificencia
en compendios enclaustrada
para inocularle la esencia
de mi pluma ensangrentada
Ahora jueces y jurados
condénenme a la cicuta
este ha sido mi pecado
no me consiento poeta
soy un simple hijo de…
del hombre sobre la ruta