Es la hora del sereno,
los cansados pasos
enfilan sus miserias
cerro arriba o cerro abajo,
van a cobijarse junto al fuego,
soterrados llantos.
Ya nadie repara en el cuarto de la luna
que emerge mas allá de las murallas
vacío de sueños
y de aullidos enamorando.
¿ Donde quedaron
los intrépidos lobeznos ?
A estas horas
se trocan los colmillos
por navajas,
y se tranza la piel
en una esquina abandonada.
Ahí van los entes,
cuerpos sin almas,
de esta nueva sociedad desafectada.
Alejandrina