Hay días que tienen forma de caverna
y se anhela que el laberinto de sus horas no se acabe
no importan sus silencios ni penumbras
uno sólo quiere meterse por el hueco de cada minuto
y andar cueva adentro en sus senderos grises
Hay días que tienen forma de madriguera
un hueco de tiempo que sirve de escondite
y se siente una gran pena, un miedo frío
cuando de andar, se ve la boca de la salida
y un nuevo día chucea el alma
para que ande otra vez descalza, y salga
a merced del acecho depredador
Es entonces cuando el alma se debate
entre la duda y el rezo
entre el miedo y la esperanza.