Continuamente me estrello
contra un cielo muy pequeño.
Tengo el corazón roto,
tras volar y luchar.
Cansada de engendros de vuelo,
mutante de mi propio sentir.
Sigo anhelando ese despegue,
esa necesidad de mar,
que me aleje de este asfalto
repleto de tristes baldosas.
Soy ya pájaro envejecido,
con el pecho palpitante.
Intentaré alcanzar el cielo
abierto, sin límites.
Esa necesidad de aterrizar
en la utopía del amor.
Esa brisa de libertad
apresada en tus brazos.
Ese horizonte que es tu cuerpo.
Saborear cada escena
desde allí,
mi isla de emoción candente.