Yo se que más que hablarlo o escribirlo,
conviene demostrarlo día a día,
pero también si lo callo sería
como pisar el fuego y no sentirlo.
Por eso no me cansa repetirlo,
mi amor amor que en dulce compañía
abrazas a mi pecho en alegría,
aunque es cierto bien podría fingirlo.
Como se esconden del rostro las penas,
como la niebla encubre una montaña,
así son las cosas malas y buenas.
No obstante tu alma que no se engaña,
lo puede distinguir clara y serena,
y separar del trigo la cizaña.