Ese amor tranquilo que quema lentamente la esperanza.
Que toca sabiamente, cada parte de tu cuerpo
en ese minuto de desesperación.
Ese amor tranquilo, que solloza en la mañana sin rencores,
pidiendo a Dios que nunca falte,
que este siempre contigo en la memoria,
en cada pedazo, ausente de recuerdos.
Ese amor tranquilo, que destrozas tiernamente,
en el ocaso perdido de este otoño.
¡No lo dejes morir!