Aquella noche conversé con alguien,
no sé si era un sueño o realidad
pero mi alma se llenó de paz
y me sentí feliz como nadie.
En verdad no pude ver quien era
pero su voz fue un arrullo espiritual,
me hizo postrar y orar,
fluyó en mí
una fe maravillosa y nueva.
\"Haz que en tu vida
predomine el amor\",
más que una voz
era un cántico a mis oidos,
una melodía
que cautivó todos mis sentidos
y me elevó
hasta el mismo reino del Creador.
Desde entonces mi vida cambió,
he desechado el odio y el rencor
para esculpìr mi corazón en el amor
y hacer de cada día
una mejor opción.
Ahora lo sé con certeza,
era Dios quien me hablaba,
era el Señor que en mí actuaba
para impregnarme
de su amor y su grandeza.