Que Dios le bendiga por tener fe...
Te has preguntado, que sería de nosotros sin poesía?
No es novedad lo que voy a decirte. Lo puedo decir de tantos modos, recorrerlo como un pájaro dormido o anunciarlo como sombra roja en la tempestad del frío. Sería siempre lo mismo. Lo mismo rompiéndose en diminutas partituras y haciendo de mi Celeste, una raíz brotando en la silueta del agua. No hay imposible más desbordante que ser de mar y tener un vacío para diluirse en una simple gota. Gota fugada en la arca. Arca que se hace copa y nos derrama.
Dónde está la salvación?
Insisto, Dios debería salvar al que ama, darle fuerza cuando encuentra la reja del pecho, astillada, sangrante y negra por llama y azul por una simple circunferencia de nadas. Hadas, resuciten la magia y curen al hombre que se arroja a los fantasmas en esta encrucijada. Encrucijada de ausencias poéticas y dolores perfumando la rosa donde habremos de deshojarnos. Clavos desgarran la cicatriz y le dibujan una salvación con aroma a mañana. Mañana de epítetos blancos. Adios dije a la vida que se había recostado en mi muerte, desde que aprendí a leer en el aire, un amasijo de elipsis silentes. Cacofonía de tristezas en una mirada aferrada a la última hoja de una historia jamás narrada. Lo que se lee de esto, solo es su epitafio. Parece la bienvenida al eterno funeral.
Èl es un ángel cuando abre mi dolor y lo crucifica al pecado. Èl es un ángel, perdónalo por amar al caos y querer de sus laberintos, rescatarnos.
Duerme, duerme..
Duerme y no descubras que esto nunca fue, un salto de fe.
Antes de caer, ya nos habíamos ido...
Amen, amen antes de que el humo resuelva su acertijo. Todo lo que fuimos, fue una vela existiendo en el solipsismo de su sombra.