Ahí va otro suspiro huérfano al recordar tu rostro frente a mí.
Mis ojos sin mirarte miran en los tuyos hondas pozas,
lunas que reflejan profundos desazones.
Es hablarle a la agonía y buscarle las razones.
Ya ni describirme puedo, describirte a tí es otra cosa...
Eres para mí tan claro.
Pero el vaivén de olas que golpean la roca me hunde y moja,
y salgo escurriendo anhelos.
Si, te grita que te extraña el alma y que el fuego de éste amor
humeando está por seguirte en el silencio, pues no puede hacer más.
Sólo se mantienen crepitando un conjunto de palabras que no se pueden nombrar,
allí donde la llama es azul, donde emerge desde rojas brasas, donde el amor es calor.
Es ahí donde te guardo, apacible, paciente, garbo;
porque no quiero que te queme el sol.
Sigo amándote de maneras inexplicables, amorfas, que no tienen un principio ni final.
Escribió Neruda: AMO LO QUE NO TENGO...
pero Te Amo aun no te tenga, aun seas un sueño en mi memoria.