Como se me asoma
tu recuerdo en este instante,
en esta noche de Julio largo y sombrío,
cuando el viento golpea a mi ventana
y la lluvia corretea descalza
escondiéndose los pájaros en su nido.
Y aquí estoy… como la lluvia descalza
casi tiritando de frío.
Sola, sola como alma perdida
desnuda de ti y tu ausencia sin vestido.
Quisiera marcharme pisando tu huella
con mi corazón hecho trizas y herido.
Lloran mis sentimientos abandonados
palidecen silentes y compungidos.
A tu lado no existían las tristezas
y el invierno no parecía tan frío.
El aire del sur era agradable, suave y tibio
y melodioso el canto de los grillos.
Las aves lucían hermosas y gráciles
cuando alzaban felices su vuelo
y regresaban a su cálido nido.
Todo te has llevado vida mía,
hasta el silencio parece estar escondido.
La mañana no amanece sin tu presencia
y el sol en el cielo luce tan desteñido.
El tiempo es largo y el dolor amargo
que hiere y ahoga a mi corazón oprimido.
Todo era alegría cuando tú estabas…
Hoy es llanto y mañana temido.
Por ti adulteré mi nombre
por dejarlo amarrado, al tuyo unido.
Retrocedí veinte años en tus brazos
que regresan hoy a mis cabellos albinos.
Oh, mi amado ausente… ausente,
cuanto te amé… cuanto aun te amo
y tu ausencia hoy es mi cruel castigo.
Yo, que antes que llegaras, era noche negra,
una mujer desnuda balanceándose en el vacío.
Y fueron tus brazos… amado mío,
los que me arroparon dándome abrigo.
Cuantas veces desperté vestida de alba
y fue mi gozo contemplarte dormido.
Cuantos dulces susurros balbuceo mi boca
que se pendían a tu plácido oído.
Como te cubrí de caricias blancas
en este lecho hoy sin ti, frío y sombrío.
Como trenzamos nuestros cuerpos con pasión
siendo amantes ante el faro del puerto encendido.
Fuimos carne, locura, deseo, pasión y lujuria,
besos de fuego, caricias desesperadas y ardientes
en un solo cuerpo, tú y yo unidos.
Para luego yacer contando estrellas
en el cielo, que de nuestra entrega fue testigo.
Oh, amado mío ausente… ausente,
Sin ti mi alma y cuerpo están entumecidos.
Se oscurece la luz de mis claros ojos,
las palabras de mis labios han huido.
Mis pensamientos se quiebran cien veces,
y palidece muriendo el semblante mío.
La noche es más noche ahora,
se ahoga en el estanque el canto del grillo.
Todo es como un cementerio muerto
desde que tu, de mi lado te has ido.
Y aquí, estoy sola, abrazada a tu distancia,
a la deriva…, sin ilusiones, sin esperanzas, sin sueños,
de todo lo que tuve contigo, hoy me han desposeído.
Lágrimas negras ruedan por mi pecho
formando un rosario de pétalos caídos.
Mis labios hoy pronuncian hambrientos tu nombre
y entonan canción triste de ausencia, sin destino.
Liel