carminha nieves

EL ÁRBOL QUE YA NO MIRARÉ

                                 

 

De penas, una almohada hice donde reposo mi cabeza cansada de tanto pensar, como fue que mi hija resbaló de mi regazo y no sé dónde está. De penas hice un colchón donde intento relajar mi cuerpo dolorido, de tanto peso que llevo a mis hombros. De penas hice un pájaro sin alas, preso e inmóvil, sin vida cogiendo polvo de mis pensamientos. De penas blancas hice un abanico, que me da frescor e me seca el llanto de tanta ingratitud.

Quizá un día, despierte algo  que ha quedado dormido en sus deseos, dónde no tengo sitio.

Me ha costado mucho, tanto que no sé medirlo, pero sé que una paloma blanca  un día en mi balcón posará e por sus plumas pasaré mis manos acariciando quien no está presente.

Si tengo culpas, no sé, pues lo único que hice fue querer mi vida. Todo he dejado,   pues en mi casa no era dueña ni respectada.

El ser humano es insondable, incomprensible, la mentalidad se bloquea y sin darnos cuenta hacemos mal, a quien no debemos. No lo digo por mí. Alguna culpa tuve, dar, en demasía siempre  y nunca cobrar nada.

Sé que lo que escribo no  gusta, a muchos tengo pena, pero como en mi vida vivo en la verdad, si no lo aceptan, tendrían que haber pensado dos veces antes de aceptar los insultos e falta de respecto hacía mí en su presencia con una sonrisa.

Nunca perdonaré, ni haré venganza, no, solo tengo que olvidar todo e apartarme para siempre, de quien no me acepta ni me quiere el mínimo, como persona.

Este año ni día de la Madre tuve, ni una palabra, nada, solo el silencio de la muerte aparente de un amor muerto.

Sangro, sin querer, pensando en otra Madre que fue la Mujer que siempre he respectado, sin reproches ni falta de cariño.

Quizá un día  cuando su cabello sea gris, sienta  el negro que ha puesto mi corazón. Quizá.

Quería escribir otras cosas, alegres felices, llevar a quien le mi diario paz e esperanza en el futuro. Estaba mintiendo, por mucho que se quiera a alguien, son otros sentimientos distintos que no quitan el lugar de nadie. E mucho menos a quien hemos dado la vida. E aquí estoy, jugando a un haz de cuenta que estoy bien. Aquí estoy, apretada, casi sin respirar, pues mi pecho duele con fuerza de tanto desprecio.

Nunca quise, nunca lo he esperado, pero me cogió, quien diría, por tener un poco de cariño de alguien, derrumbaran el árbol frondoso e bello que he plantado cuando empecé a saber que mi obligación era dar sombra protectora a mi Familia.

Otro he plantado, pequeñito, para nosotros, ya no lo iré a ver grande e lleno de hojas verdes, ya no existiré para disfrutarla junto con mi compañero. Es la ley de la vida, es la realidad, es mi tristeza y mis penas también.

Oporto 24 de Mayo de 2013

Carminha Nieves