Mi historia inicia en la epoca de la guerra, una fria tarde de invierno, en mi primer viaje como maquinista, como me iria dando cuenta con el tiempo las estaciones del interior eran bastante tranquilas, la estacion de Quillo como de costumbre estaba casi vacia, solo se veia mas gente a la hora en que el tren de carga se preparaba para llevar el mineral al puerto, despues la estacion Tolche, donde los susurros de la gente entrando se confuncian con el mismisimo silencio que solo serian quebradas en los meses venideros por mi compañero de viaje, pero bueno, no me adelantare, al salir de Tolche, no mas de veinte minutos de viaje, comienzan a divisarse las primeras construccion de la villa, cada dia se veia mas grande, era un poblado habitacional, donde llegaban familias cansadas del ruido y la muchedumbre del transitado puerto.
Para ese primer dia mi corazon paro de latir en el instante en que se notaba la muchedumbre en la estacion, si bien no debian ser mas de cincuenta personas, parecian ser un ejercito en comparacion a las dos estaciones anteriores. Recuerdo que ese primer dia vi por primera vez, de pie en la estacion, a aquella señora de ojos negros, como nonotarla, piel palida como los huesos, un oscuro traje negro de una pieza y labios color rojo sangre, miraba fija el tren, a nadie mas, jamas en mis ocho años de maquininista logre ver donde se bajaba, pero con el tiempo me daria cuenta que la unica razon por la que jamas la vi bajarse, era por que jamas se subiria, pero cada cosa a su tiempo, recuerdo que en esa parada escuche por primera vez las voces del pequeño David, que reia como loco tras la puerto de madera, tras el los sonoros pasos dr Gordon... es curioso como uno recuerda cosas como esa y recien ahora me doy cuenta que no recuerdo quien era el boletero de ese tren, ocho años trabajando juntos y el hombre jamas me dirigio una palabra, aun pienso que era mudo, cuando me visitaba, muy cordial se inclinaba para saludarme y cuando le contaba algun chiste se remetia a sonreir, pero a pesar de todo me parece que no era mal hombre, o al menos esa imprecion tube en su funeral seis años despues de haber renunciado.
Tras la estacion el Solar tocaba un viaje de treinta minutos hasta la siguiente parada, asi que salia de la cabina a darme una vuelta, mientras el boletero me remplazaba, ese primer dia fue como lo hubiese esperado cualquiera, la mirada ruda de Gordon, la mirada perdida de Esteban hacia la ventana, el desagradable olor del gringo que se perdia con el inconfundible perfume de Josefine, rapidamente les tome cariño, a cada uno de ellos, desde los personajes de mas baja apariencia, hasta aquellos que solo se remetian a desviar la mirada al verme pasar, me encariñe con todos, menos con Gordon, que su simple mirada me incomodaba, sentia como me iva siguiendo por el pasillo del vagon hasta entrar al siguiente, donde, al igual que todos los dias, ese primer viaje doña Ofelia y doña Laura me saludaron muy amables.
-Asi que usted es el nuevo maquinista- me dijo con una sonrisa la primera.
-El difunto Joseph hubiera estado feliz de ver que alguien tan joven tomo su lugar- menciono la segunda
- Asi es, era un buen hombre, espero que tu igual lo seas- comente denuevo doña Ofelia.
-Y espero que todos mis pasajeros sean como ustedes- les dije a ambas, sin saber que una de las dos moriria no mucho despues de aquel primer viaje.
-Muchas gracias jovencito, toma estos dulces de abellana de nuestra parte- y esa fue la primera vez que senti ese dulce sabor en mi boca que aun de vez en cuando lo sigo sintiendo cuando despierto.
-Gracias a ustedes, ahora si me permiten debo continuar, quiero ver las caras de cada uno de mis pasajeros-
Buscaba a la dama de ojos negros, no es que realmente fueran negros, si no que la sombra que le daba su sumbrero era tan oscura que no me permitia verlos, pero despues de la ronda me di cuenta qiue no estaba, fue una ronda bastante sencilla, en el ultimo vagon como siempre el loco Ale cantando sus estupideces del fin del mundo y don Milton revisando sus papeles, quien en los primeros años no era capaz de decirme dos palabras seguidas, un simple \"buenas\" y fin de la conversacion, en la vuelta a la cabina me fui pensando que seria un trabajo tranquilo, que equivocado estaba, pero por el momento todo parecia ir bien, todo parecia normal.