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Dos alas para una paloma

 

Arriba: suenan alegres campanas

y anidan cigüeñas.

Abajo: sólo un continuo eco alberga la plaza.

Eco alejado de turbias tristezas,

construido por amables y familiares risas,

que destrabando cuestiones de vida

sazonan color.

 

Para mucho sirvió el hechizo de astros;

le concedió la boda con su cosecha al escenario

al darle validez a nuestro amor.

 

Serán tantos los brotes,

que apareciendo nuevos y jóvenes,

conseguirán rejuvenecer el jardín.

 

... que hasta los ojos ciegos,

saciados por la gratitud de las flores,

oliendo la grata esencia volcada, renacerán,

sanados, ellos verán.

 

Y hasta los mismos hombres,

de parco imaginar y de pensar incrédulo,

convencidos y decididamente,

al fin, abriendo grandes ventanales,

desterrarán a su necedad,

extraviarán a esa desdicha que provoca la inopia,

e infranqueables, y altos muros, demolerán.

 

Arriba: desde su altura, el campanario.

Con su sonido refresca,

del pueblo, su algarabía.

 

Abajo: vuelan los granos de arroz

y se afianzan por los cabellos.

El arroz penetra entre los botones

y hundiéndose en los bolsillos

encuentra cobijo.

El arroz tapiza enormes baldosas

y decora la escalera,

cual al salir de la iglesia,

-de la mano y enamorados-

tu y yo, descendemos.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)