Dame la oportunidad de cabalgar el cristalino de tus ojos
y hacer germinar el amor en el mismo lugar donde se instaló la más grande tristeza,
dame chance para adherirme a tus poros a tiempo completo,
entre las ramas del árbol de la soledad, amigo de las hojas secas.
Dame chance de instalar mi puerto cercano a tu boca
y escribir maravillas sobre la relación de tu cuerpo y tus cosquillas,
dame la oportunidad de dibujarte con las manos abiertas
y escarbar la luna descubriendo tu callada fortuna.
Dame un instante para eternizarte en mi paso de la esperanza,
para volver a descubrirte sentada frente al sentimiento,
dame sólo un minuto para asentarte en las páginas de mi alma sin que haya forma de borrarte,
y que en cada ilusión perdida haya siempre una oportunidad para amarte.
Dame la firma de tus sueños para depositarlos en los míos
y que, en un abrir de ojos, suelan desdoblarse las palomas que te llevaron mis cartas, por entre las miradas,
dame tu cielo, pues, prometo alumbrarlo con una vela encendida en mis entrañas
y descubrir en el fondo, que tu alma tiene el color de la mía.
Dame tu tristeza y yo te juro; la pintaré de alegría.
Ricardo Felipe
Un soñador sin mucha estirpe