Duermo junto al recuerdo que ya no respira.
Junto a mi soledad acompañada por algo
más trisque que ella, por mí.
Pienso, recurro a lo sensato,
soy yo, tan solo yo quien te piensa.
Todo yo te sé como a mi mismo, como las llagas
del labriego en la mano, como el vacío
que acompaña al ciego, como el final
de los tiempos para los enamorados.
En esta profunda noche de tu vida, toda tu duermes
sobre el esqueleto desmontado de mi espíritu,
kamikaze ante mis delirios.
Muero a sangre fría, a sudor frio, a ardor
en las mejillas. Voces que duermen en mi interior,
las lágrimas ya no tienen nombre;
Ante tu mirada sin edad, a esa silueta en claro
oscuro de ti en mi memoria.
Te tengo cada noche, cada noche me aniquilas.
danzas sobre mis manos y me asfixias, triste
caudal malsano de susurros en mi recuerdo.
¿Será todo esto, nada y a la vez todo?
¿Será verdad o será mentira?
Quizás pesadilla o recuerdo,
recuerdo de tu visita en mi universo.
Dulce, dulce amor siniestro.