Hace cosa de dos años que te adopte a mi vida, llegaste en un momento de duelo para mí y para mis hijos.
Con tus ojitos negros, tu carita angelical y tu temor conquistaste mi corazón!
Tan grande era el miedo que sentías, que tu cuerpo temblaba, como tiemblan las hojas de los arboles en un día tormentoso.
Seguro te preguntabas a ti misma:
¿Me llevara? ¿Cuidara de mí? ¿Será buena?
En el momento que te saque de tu jaula me di cuenta que no estabas sola, en tu vientre tenias cachorros a punto de nacer.
Tuve un poco de miedo, no te voy a mentir.
Pero el amor que lograste despertar fue tan grande que gracias a él logre ahuyentar a todos esos fantasmas que quería apoderarse de mi.
En ese día te lleve conmigo al veterinario para que me contara un poco sobre vos y entre otras cosas me dijo que quizás habían dentro tuyo dos a tres cachorritos!
Empecé a pensar - ¿a quién se los iba a dar?
Me dijo que a penas tenias un año, que estabas ya vacunada y que parecías ser un amor.
¡Pues no se equivoco en nada!
Con el correr del tiempo descubrí a un ser maravilloso, lleno de ternura, comprensión, amor…todo lo que se espera de una gran amiga.
¡Al llegar a casa me recibes con tanta alegría!
Cuando estoy triste te acercas a mi lado y me miras como si entendieras lo que me pasa sin que yo diga una palabra. Tu carita lo dice todo.
En esos días fríos, cuando yo estaba afiebrada, te acurrucaste junto a mí para calentar mi cuerpo.
El día que falleció mi hermano no te separaste de mí ni un momento, no quisiste dejarme sola, me acompañaste en mi dolor silenciosamente.
Mis secretos más sagrados los sabes de memoria, sos mi confidente, mi fiel amiga.
Ni por una milésima de segundo me arrepiento de haberte traído a mi vida, ya que no solo te salve a ti sino que también a tus crías.
Eres la única que me ama incondicionalmente sin pedir nada a cambio, te alcanza solo con un plato de comida, un poco de agua y una cuota de amor por día.
En pocas palabras eres: ¡Mi gran amiga de 4 patas!
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