Amado mío, amor de mi vida,
mira como espero sentada en la distancia,
mis ojos parecen abandonar su nido
de tanto surcar el horizonte,
buscando tu imagen y fragancia.
¡Cómo deseo percibir tus pasos!
O recibir en mis manos una carta.
Mustias están las flores en el jarrón blanco
y yo extiendo mi vida
tratando de alcanzarte,
pero mi sombra cada día se adelgaza
y tras mi espalda parece sepultarte.
Como necesita mi corazón de ti
que por sus venas la tristeza vierte
y cae de mis ojos una cascada caliente
que el frío congela y la vuelve inerte.
Tanto te he sufrido amado mío,
he mordido mil veces tu nombre
y en un suspiro he clamado a Dios
solo por verte.
He vivido el duelo de tu ausencia larga
entre flores negras y esperanzas verdes.
La locura ha llegado en noches de fiebre
cuando te he amado despierta en sueños
y que la alborada nuevamente duerme.
La sed de ti aniquila mis fuerzas
y ya no soy ese árbol perenne
que sobre la tierra se alza.
Amado mío, en esta ausencia,
es mi tristeza la que habla
y el abandono de mi alma.
Tan solo desearía verte...
o recibir mañana, tan solo,
de ti ... una ansiada carta...
Y aquí espero,
sentada en la distancia.
Liel