Cantinas de ti en la fiebre de tu ciudad
mis dedos son animales -esqueletos de sus sombras-
Animales desterrados a existir en mis falanges
blanca piedra, capullo virgen vida, vida.
Nombro como Ellos la ciudad que no conozco
le llamo amor y me quema la transparencia
del fuego que calienta la caldera en un hogar
con dos extraños comiéndose el verdugo
atado a su sistema digestivo;
Digestión de sociedades grabadas en el muro.
Muro llévate mi patria y deja a mi gente
vender un periódico, vender a sus hijos
y no les recuerdes que esto es el relieve
de la herejía raíces de esperanza.
La soledad es esquiva esta noche
me abraza una vida y en sus olvidos
se talla como amor y es
la trampa que se agrieta en mi pecho
vuelca la nostalgia, alaba la tiniebla
infinito recuerdo que no es, no elijo.
No elijo morir este cielo
no lo renazco en mi muelle
nadando la sed de su infortunio.
No elijo la sed, se contempla
en un vaso llevado a la boca
por la inflexión carraspeante
garganta de anciano
clavel de pelo yerto
no soy yo, era, solo era
la causa elipsis memorial de un recuerdo.