¿Has visto un ancianito
con espejuelos de plata
que cuenta cuentos bonitos
y los adorna con gracia?
Que anda con su bastón,
caminando lentamente,
y entona alguna canción
cuando lo mira la gente.
Que sonríe con dulzura
y extiende franca su mano
y demuestra su ternura
a familiares y extraños.
Que tiene la cabeza blanca
toda llenita de canas,
con su mirada tan clara
que parecen gotas de agua.
Si has visto a ese ancianito
con los rasgos indicados...
entonces amigo, tú has visto,
a mi abuelito extraviado.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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