Su cuerpo había cubierto
con manto bordado
de tesoros del cielo robados.
De las nubes sustrajo
delicado algodón
para confeccionar
la prenda más delicada
que jamás se vio.
Al Sol despojó
de sus dorados rayos
convirtiéndolos en hilo
para sus brocados.
De la Luna
su nácar ambicionó,
y sin ningún pudor
un trocito le arrebató.
¡Oh, las estrellas!,
de su fulgor se enamoró,
y un ramillete ha recogido
causándoles gran dolor.
Presumía el apuesto caballero
de su elegancia,
pues por donde pasaba
dejaba gran resplandor.
Mas el firmamento se entristeció,
porque el caballero
de sus mejores joyas se apropió,
dejando tristes a los hombres,
pues desde el cielo
ya no les llega resplandor.
El día está oscuro
por falta de los rayos del Sol.
Las plantas pierden color,
y los hombres se entristecen
porque no tienen luz ni calor.
Pese a tanto dolor originado,
al vanidoso caballero,
no le produce pudor,
y de su mantón presume
mientras entre sus gentes
causa desazón.
Triste está el caballero,
triste está su corazón.
Sus amigos ya no le admiran,
pues su osado comportamiento
dejó de causar clamor.
Dejó volar las estrellas.
Con sus hermanas se reconcilió.
A la Luna devolvió su nácar.
A las nubes restituyó su algodón,
y al Sol sus rayos le envió.
El cielo se viste de gala.
La tierra recuperó su color.
El calor llegó a los hogares,
y la dicha de nuevo reinó.
El vanidoso caballero
la lección aprendió:
que no hay hermosura más grande
que aquella que la naturaleza nos regaló.
No sólo para unos pocos,
para todos Dios la creó,
y cuando alguien se la apropia,
al final también sufre el daño
que él mismo causó.
Autora : Escapitina
Registrado. Tomo- BAZAR DE SENTIMEINTOS-
Luisa Lestón Celorio
2011-