Todos los que lo amaron
lo dieron por perdido,
y salvarlo no han podido,
dicen que amando fue un desmedido.
Que por todo reía,
que por nada lloraba ,
que sin causa regalaba,
todo lo que tenia.
Para que tenerlo,
para que lo quería,
si de amor el vivía
el tener de que le servía.
Lo cierto fue,
que el tiempo a pasado,
que de aquel bravo toro,
ni recuerdos han quedado.
Solitario y silencioso,
ahora yase en un rincón del redil,
ya nada puede pedir,
todo está terminado.
Solo el repicar de campanas,
se oyen para su funeral
y todos los curiosos van,
a conocer el torito.
Que de tanto amar
se murió solito.....
¿Será cierto este cuentito?...
L.M