calibrando el juego de nuestras soledades
vagamente codificadas, descifro mis despojos y descubro
que la vida solo sufriendo aprende a vivir viviendo
y que no hay nada, ni lugar ni tiempo que no sea efímero
ni alimentos que alimenten de encanto como tus abrazos
ni vuelos de ternura que vuelen tan alto como tus labios
calibrando el juego de nuestras soledades distantes
te sigo soñando, descifrando la piel, que como un santuario
me dejó un mensaje de melancolía
de estrañas criaturas gimiendo en otros vuelos de ternura
por los campos pintados de tu primavera
bajo la llovizna gris de mis versos de junio