Eric W. Benevski

Naufragio...

No había vicisitud alguna…

otra vez inmerso en la penumbra del Yo,

habré sido yo perspicaz al notar que esta vez

me encontré envuelto por las olas que despiden

los buques eternamente errantes,

que discurren sobre el océano de la vida.

 

Estuve yo alguna vez posado sobre alguna de estas naves

vadeando entre la profundidad de la mente,

pero todo había cambiado…

y dicho recuerdo me perturbo la memoria.

 

Ya no conocía siquiera mi propio temple

pues todo aquello se fue evaporando.

 

De mi amado meditar

solo queda un desierto.

Todo aquello se fue evaporando.

Todo.

Nada.

 

 

Si la cantidad de seres desalmados

que rondan la tierra

fuese proporcional

a la cantidad de tormentas de arena

que surcan mis pensamientos…

en el desierto de mi mente

se levantarían dunas.