Juan de Dios Jose

DÉJAME LA PUERTA ABIERTA

 

 

Admito que he sido intransigente
y que me ha faltado comprensión:
a mí se debe principalmente
el fracaso de la relación.

 

Me duele, empero, profundamente,
quiero que sepas, esta ruptura
y abandonar, quizá para siempre,
nuestro dulce nido, por mi culpa.

 

Tú me exiges partir hoy;
yo respondo: «Sí, me voy,
pero deja, por favor,
déjame la puerta abierta,
para el día en que yo vuelva
ya con otro corazón».

 

Muy posiblemente no me entiendas
si te digo: «Pese a mi dureza,
créeme: nunca dejé de quererte;
más que nada actué inconscientemente».

 

Ahora sé cuánto vales, cuánto
pierdo por mi gran insensatez,
pues te lastimaba al suponer
que te tenía garantizado.

 

Tú me impones partir hoy;
yo replico: «Sí, me voy,
pero deja, por tu alma,
déjame la puerta abierta,
para el día en que yo vuelva
totalmente transformada».

 

Mi presencia ya no la soportas,
siento. Tienes razones de sobra:
no te di la atención que mereces,
no te ponía cara sonriente

cuando salías, cuando llegabas,
sin notar que de mí te alejabas
cada día más en tu interior.
Ahora yo marcho a purgar mi error.

 

Tú me ordenas partir  hoy;
yo repongo: «Sí, me voy,
pero deja, te lo ruego,
déjame la puerta abierta,
para el día en que yo vuelva
convertida en un ser nuevo».