Yadira Murta

Avalancha

 

 

 

No hay paredes.

 

No hay colores ni formas,

 

sólo hay luz.

 

Siento una enorme mano

 

que me empuja y me levanta.

 

Bah, no sé.

 

¿Dónde es arriba o dónde es abajo?

 

No camino ni floto, pareciera

 

que me deslizo placenteramente.

 

El murmullo de un arroyo me tutela.

 

A medida que me acerco a ese sonido,

 

un aroma de azahares me embelesa.

 

Alguien susurra mi nombre.

 

Alguien más lo hace, y alguien más.

 

¿De dónde esas voces?

 

¡No tendrían que estar aquí!

 

Eso me perturba - ¡se supone

 

que este lugar es para mí! –

 

Ahora sí hay formas,

 

y hay colores, imágenes,

 

muchos sonidos y más voces,

 

Pero no estoy yo.