Esta soledad mía y mis lágrimas
Esta soledad mía.
Que me deja jirones en el alma,
esta soledad mía.
Que me llueve en las mañanas sentimientos,
que llorar no puedo,
me quedo mirando al infinito
que de allí venga la ayuda que deseo,
me de fuerzas en este mar vacío,
de aires que me abracen de mañana.
Esta soledad mía,
yo no la busque llegó sola un día,
mi pan se hace frío, porque el apetito me abandona.
No hay prisa por vivir,
ya se irá la vida mía.
Entre sabanas de soledad y llanto de almohada,
se quedan mis labios secos, no hay besos
que alimenten mi sed.
Me quedo dormida queriendo soñar
que un amor lejano me vino a buscar,
me quedo soñando él, jamás llega…
En alas del viento se fue mi querer.
Me quede preñada de amor.
Pero la distancia no nació, se abortó
como las nubes abortan el agua.
Me llega la soledad a mi alma.
Nada que vivir, nada que pensar.
Nada que amar, nada que dejar.
Solo soledad…
Esta soledad mía y mis lágrimas
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe es el alma-
Lágrimas de luz…
Tengo frío en el alma
-cuchillas de corte afilado-;
tengo tiritones en la piel,
tiritones que tiemblan el árbol
de mi casa;
siento una lágrima correr...
Son lágrimas de luz
en la noche oscura de mi alma sola,
luciérnagas que titilan en la obscuridad
de mi noche sola.
Son corrientes de la hondura sentimental,
mojando el espacio de mi cara
-testigo de la existente circunstancia-.
Son lágrimas de luz interior
-escuecen, pero vacían el vaso interior
de la bodega,
lavan el amargor
de la fuente de las lágrimas,
iluminan cual faro
la mar encrespada-.
En la soledad
de la sala sola
- a media luz- dejan resbalar
los ríos del adentro,
ríos de mi alma atormentada,
que se hacen luminarias
-y ríen y ríen y ríen
y bajan y bajan y bajan
por el torrente de la primavera-,
que destilan perlas de nácar
de mi corazón deshecho,
entre las manos apoyado
-y el aire de la almena
suena en mi ventana,
dejando aromas de hierbabuena-.
(Gracias Alicia mia por acompañarme en mi soledad)
-Salvador 24-3-12 Úbeda-