En una noche fría de invierno,
Dónde el frío no se callaba,
Pensaba yo en el amor eterno,
y junto a mí, la mujer amada.
Pensaba también en el dulce beso,
y en una caricia casi voraz,
Uniendo dos cuerpos en un deseo,
Y en este pensar, fui audaz!
Ah. Si ella supiera de esta pasión,
Y lo cuanto de mí que encadenó,
por librarme del frío mi corazón,
y de la paz, que sin querer, me arrebató...