La muerte no es el fin, pues el alma es eterna; eterno es el amor y los sentimientos nunca mueren. Mueren las penas, fallece el olvido; el espíritu sólo se transforma cual oruga en mariposa; nuestra carne no es más que un capullo, una semilla que sembramos en la tierra para luego recoger los mas preciados frutos y que mas grato que volar libre por el viento, convertida en poesía y acariciar por medio de la brisa el rostro que tanto se amó en vida. Por eso le pido (aunque sé que es bastante difícil) no se ciegue en la tristeza; piense en lo que le haría feliz a ese ser que tanto amó y cumpla su deseo (por cierto no se olvide que al sentir el viento, el sol, las olas del mar rozando su piel: es ella brindándole su amor).