Murialdo Chicaiza

CARTA A MI VIEJO AMOR

 

Podrás  mil veces oír que digo

que te amo.

O tal vez nunca  lo diga.

Amada mujer, si yo mismo reclamo

en mis horas de agonía

este silencio putrefacto.

 

Podrás mirar mil veces este

mi rostro casi marchito

por el rigor del tiempo y la espera.

Y se que me perdonas

los momentos en que soy ostra

tirano, olvido y arcano.

Porque me amas y te amo

como aquellos benditos

locos que aún creen

en improbables milagros.

O como los desheredados

que aún creen en mejores mundos

en dioses buenos y justos.

Perdóname, amada, estas palabras,

toma mi mano, la noche ya llega.