A las muchas mujeres
que han confundido amor con sumisión.
¡Miedos! ¡Muchos miedos!
No a fantasmas vestidos con sábanas blancas.
No al hombre del saco,
ni al chupa- sangre, ni tan siquiera al diablo.
Miedos nacidos de muy adentro.
Nacidos del alma.
Nacidos desde las angustias
que de nuestras madres han sido heredadas,
y que a su vez ellas han heredado
de sus antepasadas.
Miedos a causa de una cultura engañosa
donde se nos ha dicho
que la sumisión es una virtud.
Virtud sólo para las damas.
¡Miedos! ¡Temores! ¡Preocupación!,
por sentirnos liberadas,
acostumbradas a que las cosas se hicieran
sin sernos consultadas;
acostumbradas a que haya quienes discutan
si la mujer posee inteligencia y alma.
Nos tildan de sibilinas,
de actuar con astucia,
de ser las dueñas
de las conciencias de los hombres,
de ser dañinas y engañosas.
Triste es el sentirse obligadas
a utilizar la astucia
para sentirse por un momento
libre de acción y de pensamiento.
Gracias a la lucha de antecesoras valientes,
estamos tomando conciencia
las mujeres del presente,
pues ya no nos sentimos malas pécoras,
ni tampoco pecadoras por negar la sumisión
como don de mujeres bien educadas.
Pero aún nos queda mucho camino,
para que no nos hagan sentirnos traidoras.
Y mucho más nos queda
para liberarnos de malas conciencias.
Conciencia que todavía nos dice
que estamos equivocadas.
Que no es justo lo que hacemos a nuestros hombres,
siendo mujeres con nobleza.
Turbadas y culpables nos sentimos
al decidir por nosotras,
por decir que aquí estamos,
que también sabemos pensar,
por gritar que somos personas
además de hijas, madres y esposas.
.Pasará mucho tiempo
para que de verdad nos creamos
personas libres en todo grado,
las mujeres que nacimos
con tan tremendo engaño.
La sumisión es virtud muy grande.
Es virtud muy preciada
por hombres y superiores
que con mujeres débiles tratan.
Aun los hombre no asumieron
que la mujer ha descubierto
que todo fue una artimaña
para someter a las damas,
por eso la mujer la niega,
aunque en su interior la lleva gravada.
Desasosiego y angustias
produce a la mujer el ser valientes
y a esta sociedad demostrar
que ya nada les detiene.
Mujeres, incansables, luchadoras
que en silencio han alcanzado la meta
de plena libertad
y ofrecer a sus hijas
una herencia más certera
sabéis que aún queda mucho caminar
para que la sociedad la respete vuestra gesta.
Pena hemos de sentir,
porque la lucha que se ha blandido
para conseguir la plenitud
como personas liberadas,
hoy haya jóvenes
que no valoren lo alcanzado
con tanto dolor y trabajo.
Jóvenes mal formadas
que van dejando su honor
en manos de dañinas usanzas
mientras pierden su libertad
por caminos sin salida.
Jóvenes que desprecian
gesta tan duramente ganada,
pues la confunde con frivolidad,
que exhiben con descaro
mientras mal gastan sus vidas
en confusos argumentos
que hacen a sus cuerpos esclavos.
La sumisión no es un valor.
Los miedos tampoco los son.
La frivolidad no es de valientes,
es de ingenuas confundidas
con denigrantes evasivas
que se privan de verdadera libertad
en alas de una vida que al final las denigra.
¡Oh libertad! ¡Libertad gran tesoro!,
que les llegó de balde y regalada
razón por la que no saben apreciarla.
Autora. Luisa Lestón Celorio – 2006
Del Libro- DE CORAZÓN- Editorial- Arcibel Editores