Están las palomas siendo jefes,
cambiaron su plumaje por caros trajes blancos,
navegan en profundos océanos de papeles,
alentando cadáveres a que rindan su sufragio.
A sus lapiceros se le torna pálida la tinta,
ante cifras infinitas de un cheque que firman sin desvelo.
Es el arte desdeñoso del diente clavado en el poder.
Interminables son las listas olvidadas...
Reclamos que agonizan sin voz ni oídos que le ofrezcan un destino,
por no ser los dolientes de una botella de champán.
Las decisiones se quedan en suspenso,
terminando en un libro de terror,
sin venas que oxigenen un mundo moribundo,
en un cielo nauseabundo sin relámpagos ni aves.
Se habla de derechos ...
Están archivados en difuntas gavetas,
seguidas por palabras sepultadas,
en un sistema falso,carente de valor.
Son tiempos de minutos sin relojes,
de rodillas perforadas por la ira,
de manifestantes que aunque claman,
se quedan en la burocracia de algo llamado administración.
Palomas vuelen conmigo al incierto mundo pueblo,
donde las lágrimas inundan avenidas,
el hambre domina las raíces,
y el pobre es la estampilla de eso que ahora llaman crisis.
A.G.