Murialdo Chicaiza

ODA AL VINO

 

Si el vino fuera agua que fluye lentamente

por las orillas de algún corazón exhumado

lo bebería con la sed de un muerto

como un ser traspasado o herido

que ,de pronto, entiende el misterio

y recibe una súbita revelación de ternura.

 

Pero el vino te corre por dentro y sientes

que la sangre de mil seres te ahoga

vislumbras esa nublada alegría del que sabe

que le prolongan la condena y la vida.

 

Y entras en esa habitación casi sin paredes

translúcida ante la ironía y la pesadumbre

en donde crees que eres interminablemente fugaz

chispa en ese gran fuego que te agota

y que sin el vino piensas que es la vida.

 

Vino de mis entrañas, vino entrañable

que cueces mi interior, mi alma y me trasmigras

a esos mundos tan soberbios

Tan nuncamente imaginados, cantarines

solapados  y en oscuro solsticio de instinto.

E intento reírme de mi mismo y grito

algo que nadie puede escuchar y canto

como aquellos pájaros heridos de piedra

como aquellos seres flácidos e irónicos

embebidos de distancias y sueños.