Si el vino fuera agua que fluye lentamente
por las orillas de algún corazón exhumado
lo bebería con la sed de un muerto
como un ser traspasado o herido
que ,de pronto, entiende el misterio
y recibe una súbita revelación de ternura.
Pero el vino te corre por dentro y sientes
que la sangre de mil seres te ahoga
vislumbras esa nublada alegría del que sabe
que le prolongan la condena y la vida.
Y entras en esa habitación casi sin paredes
translúcida ante la ironía y la pesadumbre
en donde crees que eres interminablemente fugaz
chispa en ese gran fuego que te agota
y que sin el vino piensas que es la vida.
Vino de mis entrañas, vino entrañable
que cueces mi interior, mi alma y me trasmigras
a esos mundos tan soberbios
Tan nuncamente imaginados, cantarines
solapados y en oscuro solsticio de instinto.
E intento reírme de mi mismo y grito
algo que nadie puede escuchar y canto
como aquellos pájaros heridos de piedra
como aquellos seres flácidos e irónicos
embebidos de distancias y sueños.