Y, si, ahí estabas ese día
Sentada a la postre con el rostro bajo,
Esa mirada que se volvía cenizas,
Aquella mirada que ame.
Y te vi con el vestido rojo,
Ese rojo perfecto,
Ese vestido que envolvía las curvas,
Esas curvas que ame.
Y esos risos mentirosos,
Esa voz dulce y encantadora,
Esa sonrisa como las rosas,
Bellas y rojas como el atardecer.
Y tu piel blanca que no olvidare,
Tu sentido de la sencillez,
La honestidad y la tristeza,
La belleza de la amistad.