Te dije que en tu vida yo no sería uno más,
que cuando llegara, llegaría para quedarme;
hablas de eternidad en los besos que me das,
de lo mismo hablarás en los que vas a darme.
Porque sé muy bien que cuando me conociste,
breve en tu vida llegaste a creer que yo sería,
eras de las que aseguraba “el amor no existe”
y yo te hice ver de mil maneras que sí existía.
Tu cuerpo era así como un mapa sin caminos
y yo mal dibujante, supe trazar vías en tu piel,
para entrelazar entre laberintos ambos destinos,
era tu corazón un barco y timón me volví en él.
Un error creer efímera en tu vida mi presencia,
otro error pensar que mi amor no dejaría huella;
hoy sabes que tus días están llenos de mi esencia,
y existen las noches que inventé, existe la estrella.
Ésa que yo algún día enamorado prometí bajarte,
porque te juré que complacería todos tus deseos,
la misma que veía mis besos si alcanzaba a besarte
de la cárcel de mi boca huyendo a la tuya como reos.
No, no vine a ti para ser uno más quizá de tantos,
vine para amarte, llenar mi mundo de ti sin prisas;
a dejarte mis “te amo” ¡no me preguntes cuántos!
y a colorear todo mi mundo con tus bellas sonrisas.
Y ya se hizo perenne mi presencia en tu memoria,
hoy son tuyos todos mis mundos y mis universos,
de mi mano, de mi recuerdo se escribirá tu historia
y de un poeta que te amó te hablarán mis versos.