Ciento que tus raíces
Horadaron, todo mi cuerpo.
Y entraron en silencio.
En los surcos de mi corazón.
Y en que árbol.
Me has convertido.
Soy un injerto de tu amor.
Sin flores y sin fruto.
Mis hojas están marchitas,
Esperando, que llegue el viento
De tu voz, enardecida.
Para dejarme.
Con la tremenda herida
Que un día.
Me hiciste, con el hacha.
De tu amor.