Gusto de perderme
en la sincera desnudez de las gentes.
Gusto en ser corneta que toca a paz
en plena escabechina,
en medio de la batalla.
Gusto en ser corsario que cambiando el símbolo de su bandera,
reviste su arrogante dureza y frialdad pretendiendo la concordia.
Opte por dejar de ondear
cualquier seña que atemorizase a quien la viera.
Donde asomaban los huesos,
cruzadas las tibias bajo la calavera,
donde asomaba, terrible, el miedo,
poso el bombeo vital; los sentimientos y su valor,
la incuestionable llama: un ineludible corazón.
Gozo enormemente al evidenciarse
la fuerza de los vínculos fraternos.
Ante los tantos éxitos
y triunfos promovidos
por los pies que la justicia rastrean,
y por aquellas mentes
que, talentosas y honestas,
pasan por cada ahora que corresponda
reconociendo a esa sabia conciencia
cual informa diciendo:
-vuestros trazos son trazos que se deben
a otras muchas y anteriores huellas.
Pues entonces, ¡bien os valga la humildad!.
Grandemente gozo
cuando advierto el casar;
armarse a las palabras y a los gestos
de solidarias medidas
que no castran sino preñan.
Gozo cuando aparecen los saludos sinceros.
Cuando las manos y las ideas convienen en estar selladas
con el prodigioso lazo de la saludable empatía.
Le agradezco a la vida que sea atenta,
que me die pie y me demuestre,
lo hondamente enraizado que estoy al resto existente.
Agradezco a la naturaleza
que tenga a bien concederme;
la reflexión, un monólogo objetivo.
Que me capacite con las pausas precisas,
y me haga capaz de abortar;
las fobias y absurdos e inexplicables rechazos
que, detestables, mi senda entorpecen.
Le pido a la naturaleza
que a fuerza de austera soledad,
o a base de útiles compañías,
me zarandee y haga exigirme respuestas.
Que me ayude a ubicarme en aquel escalón,
donde, libre, poder cuestionar
la razón de cada cuestión;
el porqué en tantas ocasiones anido
sobre equívocos fundamentos que confunden
erigiéndose irreverentes.
318-omu G.S. (Bcn-2013)