A tus manos que una vez me tocaron
y esa sensación quedó grabada en las mías.
A tu cuerpo que una vez abrazé
y sentí una fuerza que me podía proteger.
A tus brazos que esa vez me rodearon
y que ahora deseo que jamás me hubiesen soltado.
A tu boca que varias veces ha dicho mi nombre,
sin saber que ella es dueña de mis labios.
Y a tus ojos que aquella vez sin importarles nada,
por primera vez recorrieron mi rostro.
Y así, se apropiaban de él sin saberlo.
A tu rostro de hombre, que hace gestos de niño
y sin querer así me ha conquistado.
Al color de tu piel que me atrae sobremanera.
Y a éste amor que siento, que me hace volar
y me entierra por no podertelo dar.