Por los extensos confines
del campo reverdecido
busca el caballo sus crines
que sin querer ha perdido.
La tortuga hizo un fiestón
y ya no está distraída
porque le robaron el caparazón
y ahora rápido camina.
Rabioso y dando insultos
parece una luna de plata,
así anda el señor pulpo
porque no encuentra sus patas.
Rabiosa y con desespero
anda la pobre guacamaya
porque le pintaron en blanco y negro
todas las plumas que cargaba.
El león no aguanta la pena
y ya ni quiere rugir
porque perdió la melena
que acostumbra lucir.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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