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atontado por el vino, poseedor de ojos de perro y de un corazón de ciervo
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Platón, La República - Libro III Nota 22: Ilíada I 225
Me he visto en sus ojos
compañera
como una bestia apacible
en esta época
cuando el cañón a la entrada de Apurímac
está reverdecido
me he sentido puro,
niño
veo
COTARUSE
y un bálsamo cálido se empoza en mi pecho
aceleran los eucaliptos
flores amarillas saludan
-de huarango-
al viajero
impregnadas de rocío
toda vida se aferra a las rocas
roca ninguna se resiste a albergar la vida
¿por qué no habría de darme cuenta?
y el sol
a pesar de su divinidad perdida
alcanza a secar todavía
las gotas de las hojas,
del rostro.
Carloenrique