Aquí estoy,
como esa barca a la deriva...pensando
en tantos versos que he plasmado
en donde voy dejando hablar a mi alma,
que narra sus alegría y descontentos.
Aunque quiera no recordarte, te recuerdo
y se aprieta, se aprieta mi pecho.
¡Cómo me duele esta distancia y este silencio!
Cierro mis ojos para dormir mis pensamientos
y solamente vivir del aire fresco.
¡Cómo quisiera volar a ti!
Pero mis alas están quebradas de tanto intento.
Ruge el mar...a mis espaldas,
es como si clamara
y su clamar lo arropara el viento,
para luego soltarlo
dejándolo caer como un lamento.
Así como el mar con furia
azota las olas para desprender su pena
yo en este instante me siento,
desesperada por no poder soltarme de tu recuerdo.
Donde quiera que voy,
donde quiera que este,
la sombra de tu memoria
se extiende en mis pensamientos
y me envuelve delicadamente
como caricia que va dejando su huella
y no se borra con el pasar del tiempo.
A mis espaldas el mar se calma...
las olas navegan plácidas y dóciles
y me recorre tu vida por el cuerpo,
entonces dulcemente te nombro
y me arropo con tu recuerdo.
Una gaviota vuela ausente
y atraca un barco en el puerto,
la brisa inunda mi rostro
y de mis ojos cae una lágrima...
que se graba en las líneas
de este poema que estoy
hoy para ti escribiendo.
¡Cómo te añoro y pienso!
Y tú de mi mirada, de mis caricias,
de mis besos, amor estás tan lejos.
Tal vez ni me pienses... ni me nombres,
pero aquí yo sigo aferrada a ti
desbordando mi tristeza
en estos sentidos versos,
bajo la sombra de tu recuerdo.
¡Cómo quisiera volar a ti!
Pero mis alas están quebradas de tanto intento.
Liel