Muchas flores hermosas tenía el rosal
pero solo una llamó mi atención,
me cautivo con su vistoso color
y me llené de valor
para poderla arrancar.
Tiene magia en su aroma
y en sus pétalos que saben a miel,
tiene la pureza que limpia mi ser
y me convierte en mejor persona.
Reta al tiempo y sigue conmigo,
impregnando mi vida
con la misma belleza,
agradezco a Dios su gentileza
de exhibir esa flor en mi camino.