Que el viento me lleve a tus pies
sin saber que un favor me hace
que me arrastre como reptil sediento por toda tu piel
para calmar mi sed con el rocío de tus besos;
y en la ternura de tus labios me envuelva
para que la luna sienta celos de mí
cuando vea que tus pechos
me rozan sin descanso.
Y que colgado en tu regazo
sin querer
la noche se haga mi cómplice
que juegue conmigo a lo eterno
y crea que me hace algún daño
si da paso a la aurora
para que me sorprenda infraganti
cometiendo el más dulce de los pecados.
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