Que pena que no sea eterna
La tarde de verano
En las que el sol abraza mi piel
La brisa acaricia mi cara
Los gorriones, enamorados
Cantan odas a sus damas
Y las olas del mar
Respiran aliviadas al ver
Que su trayecto finaliza en la costa
Regalándonos un espectáculo
De piruetas y espuma
Que pena que no sea eterna
La tarde de verano.