En los albores de los sueños pensados,
como la imagen de una lágrima pesada
ebulliendo arrastrada como el vaho del frío
que resquebraja el aire, más afilado que los retazos de espejo que ha cortado
y que, aunque mutilados, parecen casi de algodón inerte
que flotan, y casi acariciando de susurros
las brumas de voluble incienso
que bailan con amarillos y rojos ribeteados
trasluciendo los candentes cantos de las palabras ardiendo
típicas de cada pena invidente
de pasión desbocada con más brillo,
pero no con más eterno
que la luz primera
de un parpadeo lento,
pero fugaz,como su propio sueño.
Un parpadeo, un incienso,
una lágrima y un espejo.
Si equinocio del invierno
miento, porque dentro
solo hay mentiras
fuera de un sueño.