Amanece el día,...
Son las 4 de la mañana,..., luego,..., el reloj susurra ya las cinco campanadas,...,¡ no pasa el tiempo!,..., son las seis!,..., son las 7!, ..., OH ! por fin, comienza ya un nuevo día, por vivir,...y observo con placer que:
Cirrus rojos, se desperezan lentamente, tiñendo las crestas de viejos edificios,..., allá, tanques de un polo gasoquímico, son perlas grises, que se mimetizan, a lo lejos, acariciados por una cálida brisa de Neptuno.
Silenciosas y tímidas van llegando al ocaso esas historias que anoche, adentro de cada ventanal, cómo arácnidos, se tejieron una a una.
Zeus, astro rey, soberbio y gallardo, regidor del destino de la vida, se dispone a iniciar otra jornada.
Su novia, con humedecidos ojos, conteniendo el llanto, acepta resignada marcharse con tristeza, ante la violenta ironía de la vida,..., ¡amar!, como ella ama,..., y no ser correspondida.
Sabe que jamás podrá tomar su mano, jamás podrán sus labios posar un beso en su mejilla,..., entonces, acongojada, tan solo le queda esperar que pase el día, para poder cubrirse con brillantes y volver a ser la Reina amante de la noche, y desear que nunca jamás llegue el mañana., que nunca jamás regrese el día.
Jorge Fontanero
13-06-2013