Escuché la historia de una mujer valiente,
que se volvió tinieblas,
cuando palpitaba a la luz de una mañana,
se quedó en rumores, olvidada en su tormento.
Le cantaba al cielo acompañada de ruiseñores...
Se quedó sin voz, su pecho ya no hablaba.
Quedó sin futuro en la aspereza de un tiempo.
Por aquel que amo y le cortó sus manos.
Se convirtió en colmena, traicionando el viento.
Olvidó su estirpe, el telégrafo y las cigarras,
ya no era novia,
se enterró en el barro más rojo de su tierra.
En el alcohol duerme,
se niega a la frescura del manantial sereno.
Las serpientes pronuncian su nombre con desprecio.
Olvidando cuando amaba a todos en su llama.
Perdió su libertad,arrastrada en una cárcel,
muy lejos de su pueblo.
Borraron su nombre del azar,
grabándolo en las paredes del martirio.
Se quedo su ambigüedad prendida en mi memoria,
su fragancia a jazmín marchito,
su rostro tundido en barrotes viejos,
su llanto ahogado en una celda a mitad de la noche.
La recuerdo en silencio... Elevo una plegaría...
Le pido a Dios por ella... Quizás nunca lo sepa.
Pero también suplico,mi corazón no muera,
al saber ahora lo pueril del mundo.
A.G.