la música es un quiebre,
una ruptura temporal
abierta al paraíso.
resuena el alma,
y se resigna la tristeza
en un rincón.
entre mayores,
y menores que representan
a unos viejos,
surgen bemoles,
surgen silencios…
la sensación de subir,
de alma y cielo entrelazar…
de capturar felicidad
en dulce vuelo
acercando sueños…
unos tres,
o cuatro efímeros minutos
tan lejos de otra parte,
tan distantes…
tan internos…
que al concluir,
con simple gracia
nos permiten continuar.