No me amabas ni te amaba,
al principio todo fue
más propósito que fe,
de que todo nos cambiara,
porque vaya que la mala
fortuna nos zarandeó,
a cada cual en su breve
historia de amor malograda,
sin ventura, al punto que nos dejó
mal recuerdo y amargura,
Fue un enlace conveniente
que tanto tú como yo,
procurábamos en la mente
más que en el corazón.
Ese fue el principio contigo
ese nuestro juego de amor.
Por lógica consecuencia
tras un paso acelerado
para casarnos en breve,
comenzaste a conocerme
y a conocerte empecé yo,
en el fragor del combate,
lo mismo éramos amantes,
que combatientes los dos.
La una tirando al norte
y el otro al sur tirando,
nos fuimos acomodando
a nuestros mutuos defectos,
y a nuestros aciertos mutuos,
que no todo era pleito y pleito,
que para nuestra fortuna
aparte de aquellas hieles,
habían caricias y mieles.
Mejor acoplados ya
comenzamos a sortear
los reveses y fracasos.
Los días aciagos de duelo,
de buena y de mala suerte,
de abundancia y de escases,
de jauja y de mala racha,
de bonanza y de mudanzas.
Porque, vaya que las hemos
pasado duras, en tanto peregrinar,
con tres criaturas a cuestas,
entre empleos y desempleo,
en la crisis general
que se vive en estos lares.
Donde hay disfrutes mayores
y mañana, Dios sabrá.
Así han pasado los años
que a fuerza de lidiar juntos
las peripecias descritas,
el lazo se fue ciñendo,
para mantenernos juntos
haciendo tus asuntos míos,
y los míos de tu interés,
construyendo así una vida
de lo que antes éramos dos,
con la bendición de Dios,
y con los hijos por fruto.